La
impotencia del pensamiento. Cuando
el pensamiento se retrae, exhausto, queda sólo la rabia de que
aquello que se pensó sea solamente pensamiento y no rayo, trueno,
juicio de Dios, dies irae. Que el curso de las cosas continúe igual
y el canalla no esté muerto fulminado. Pero luego, cuando el
pensamiento vuelve, se lo acoge con acentos conmovidos. Y
precisamente de este pensamiento inane se hace el elogio y de su
impotencia. La impotencia del pensamiento es la barrera puesta a él
para impedirle un delito.
Manlio Sagalambro: Del pensare breve
(Adelphi edizioni, 1991)
Siente uno ganas de ser idealista
radical y convertir su pensamiento en azote de canallas. Pero ni
siquiera somos realistas y nos asusta cometer cualquier delito, sobre
todo los que no están tipificados como tales.
4 comentarios:
Buena reflexión, y, sí, el pensamiento por sí mismo no es nada, pero añádasele adhesión, y entonces cambia la cosa.
Siento responderte tan tarde, pero ...
Esa adhesión David, es muy necesaria. Hoy parece que la realidad nos resulta antiadherente.
Salud
En efecto, Miguel Ángel, no sólo se precisa de que haya quienes se adhieran, sino de que la realidad (realidad ideal, realidad inventada) sea susceptible de adhesión, sea, como bien dices, adherente. Saludos
Una magnífica reflexión de Batiato. Buen sacude-conciencias
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