26 de septiembre de 2013

¿Renunciaremos a navegar?


 Está hablando Mairena de quienes pretenden alcanzar las aguas rejuvenecedoras del pensamiento, tal vez la excelencia, la competitividad, la creatividad … pero para alcanzarlas se siguen muchos senderos descaminantes y desorientadores, por desdeño de la ámplia vía de la razón, que es camino de todos, aunque no todos, sino muy pocos, sepan adónde conduce. El gran pecado de nuestro tiempo, en que muchos se buscan y casi nadie se encuentra a sí mismo, es el apartamiento de las calzadas imperiales, y la constante búsqueda de falsos atajos y de las sendas caprichosas, que no llevan a ninguna parte. Con fútiles pretextos hemos abandonado la metafísica, el pensar metafísico que es el específicamente humano, abierto a la espontaneidad intelectiva y a los cuestionarios infantiles, para seguir las líneas tortuosas de dandysmo delicuescente, o de una madurez embrutecida por la fatiga y el alcohol.
¡Bah! ¿Renunciaremos a navegar, que es caminar entre las estellas, porque las estrellas no pueden cogerse con la mano?
En estos momentos, nuestra urgente necesidad no la satisfará una economía que es irracional atajo hacia la autodestrucción. Las naves están listas, las estrellas siguen esperando nuestra decisión.

12 de septiembre de 2013

Medidas de justicia


La vuelta de vacaciones me está dejando perplejo, debe ser la edad, pero cada vez que se me ocurre conectar la televisión me encuentro con alguna sorpresa. Y no me refiero a la mezcla de ridículo y cara dura que ha supuesto la payasada de presentar a Madrid -ya ni se sabe cuántas veces- como candidata a las olimpiadas. Eso despierta una sonrisa, agria, ¿cuánto dinero llevamos tirado?, pero sonrisa al fin. Me refiero a las eficaces medidas que se están poniendo en marcha para acabar con la crisis, entre las que destaco tres nuevos programas de la tv pública. 
Al primero acuden espectadores con problemas, como estar en paro, no poder pagar la matrícula de la universidad o una cama articulada para un enfermo … y el público ayuda con donaciones o algún otro favor. El segundo consiste en fomentar el apoyo, la acción social entre ciudadanos, mostrando ejemplos de solidaridad y poniendo en contacto espectadores necesitados con otros voluntarios.
Excelentes soluciones para unos gobernantes que vacían la idea de justicia y la sustituyen por la de solidaridad, (en sus casas lo deben llamar caridad cristiana -¡menuda burla!-). Mientras el poder se encarga de destrozar la justicia social generando desigualdad, han de ser los propios ciudadanos quienes se ayuden a seguir adelante, y además nos ofrecen un enternecedor espectáculo.
El tercer programa es un concurso para quienes quieren montar una empresa -emprendedores es la palabra de moda- otorgando al ganador 100.000 € El mismo truco rastrero, lo que impide el estado lo suple la tv. ¿Quién dice que sea obligado el emigrar para los jóvenes?, si estamos fomentando la competencia sana y la excelencia.
¿Dónde queda la justicia distributiva del viejo Aristóteles, al que muchos de los “intelectuales” del gobierno siguen llamando el filósofo? ¿Dónde esa equidad de Rawls, pensador tan del gusto de los liberales?
¡Ay! Retornan las damas con abrigos de piel pidiendo ayudas para los pobres y organizando rastrillos benéficos. Tiempos magistralmente descritos por Berlanga en su Plácido … me voy a verla.

4 de septiembre de 2013

Democarcia y varietés


Hay cosas en la vida que, por más esperadas, no dejan de sorprender y alterar el estómago y el alma. Refugiarse en un pueblo perdido no es mal remedio, hasta que un buen día de agosto -uno ya no se acordaba- llegan las fiestas patronales.

Procesiones, verbenas, actividades gastronómicas y rondas no me apasionan, pero tienen su aquel. Lo malo es la nueva moda que estos últimos años sustituye la sesión de concierto para los abuelos, una actuación, digamos de “varietés”, que recuerda espantosamente los programas de la tv de mi infancia. Aquella indigerible mezcla de cantantes melódicos, chicas del ballet ligeras de ropa, contadores de chistes entre verdes y marrones, animadoras del público escapadas de revistas de los años 40 y algún número estilo magia borrás. Lo desazonante no es el espectáculo, sino que el público ¡con cura incluido! aplauda y se ría.
Estoy convencido, se trata de una estrategia programada, tal vez por alguna agencia de inteligencia, para adocenar la sociedad. Más peligrosa que el fútbol porque encanta especialmente a los abuelos, que son legión a la hora de votar. La sombra de Íñigo, José Luis Moreno, Valerio Lazarov, … esbirros al servicio del oscuro señor dinero, sigue rodeándonos.
Es descorazonador, pero mientras existan este tipo de programas, los mismos con la dictadura de Franco, con la UCD, el PSOE, el PP, y con las tv autonómicas, será imposible una verdadera democracia entre nosotros. Seguro.