14 de abril de 2016

Necesitados


A pesar de que los vigilantes de la “modélica transición”, apoyados en unos medios de comunicación sumisos, nos han vendido una monarquía salvadora de la democracia y factor de unidad para los españoles, la fractura con la ciudadanía ha crecido.
Hoy, como hace ochenta y cinco años, seguimos necesitados de esperanza, ¡motor humano!, de proyecto futuro.
Y en nuestras españas, esta no es posible sobre la podredumbre de una dinastía restaurada por un dictador.

11 de abril de 2016

Termodinámica poética II


          Tercera ley de la termodinámica:
El cero absoluto no puede alcanzarse por ningún procedimiento que conste de un número finito de pasos. Es posible acercarse indefinidamente al cero absoluto, pero nunca se puede llegar a él.
El cero absoluto es un constructo, tan necesario, como peligroso, para la termodinámica. De alcanzarse este thermo, toda dínamis desaparecería, y la materia, absolutamente inerte, precisaría la continua actuación de una fuerza venida del exterior del sistema. Encontró aquí sir Isaac la mejor muestra de la grandeza divina, su oculta mano, bajo el velo de la gravitación universal. Luego este cero parece necesitar la intervención de aquello que, justamente, es negado por la ciencia decimonónica.
El dios de Abel Martín, por contra -más próximo a la natura naturans de Benito Espinosa que a la voluntad de Schopenhauer- en lugar de sacarnos del atolladero del cero absoluto, se nos muestra como su creador, a la par que nos hace comprender lo necesario de su vacía obra. Su discípulo, Mairena, lo canta en una glosa rotunda:
Dijo Dios: brote la nada.
Y alzó su mano derecha,
hasta ocultar su mirada.
Y quedó la nada hecha.
Este gran cero, la nada, es creación necesaria para el funcionamiento del pensar humano, y, con él, de su ciencia. Cero divino que nos regala la posibilidad de aproximarnos indefinidamente al conocimiento del ser, que nunca alcanzaremos:
Fiat umbra! Brotó el pensar humano.
Y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desustanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.
La ciencia pretende buscar lo real oculto tras lo aparente, pero ha de hacerlo mediante tal apariencias, por ello nunca alcanzará un final:
“Si el trabajo de la ciencia es infinito y nunca puede llegar a un término, no es porque busque una realidad que huye y se oculta tras una apariencia, sino porque lo real es apariencia infinita, una constante e inagotable posibilidad de aparecer.” Según la metafísica de Mairena.
Por tal camino, el pensar científico, homogeneizador y con una sóla lengua, la de la cantidad, nunca logrará lo que persigue. Enfrentado al pensar poético, capaz de ver, durante la claridad instantánea del relámpago, la heterogeneidad del ser, lo cualitativo del universo:
Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú: ¿Cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar,
o esa maldita faena
de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?

          Ley cero de la termodinámica:
La ley del "equilibrio térmico": Estado en el cual los sistemas equilibrados tienen la misma temperatura.
No sorprende que la ley cero, principio previo a las anteriores, fuera formulada con posterioridad, porque el equilibrio térmico está tan implícito en las tres primeras que, como de costumbre, pasó desapercibido a los mismos científicos.
Presupuesto necesario para la física, tanto como inútil para describir la viveza de cualquier realidad humana. Siempre huérfana y, a la par, generadora de un radical desequilibrio: entre el presente, el estado actual y el pretendido, el futuro, dando lugar al deseo, la tendencia, la acción.
Esto es la vida: continuo revés a la entropía, complejidad creciente que parece generar más energía cuanto más la traspasa a los próximos.
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.
Esto el conocimiento: necesario rodeo desde la nada -recurso inevitable- hacia el ser, deteniéndonos -si queremos rozarlo- en la única objetividad que es tal: los otros. Por ello el verdadero, el que alumbra en lugar de oscurecer con sus redes, es un premio del amor.
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos …


2 de abril de 2016

Termodinámica poética I

          Primera ley de la termodinámica:
La energía no puede ser creada ni destruida, sólo puede transformarse de un tipo de energía en otro. El conocido principio de conservación de la energía, el más elemental para cualquier sistema material terrestre, el de nuestra escala, el habitado por vosotros y por mi, también sistemas sujetos a esta primera ley.
Inmersos en una naturaleza continuamente cambiante, pero reversible en sus cambios, realidad constante donde todas las partes son intercambiables y pueden ser intercambiadas. Y aun con estas ventajas de la cuantificación homogeneizante, el mundo que habitamos, vosotros y yo, no parece dispuesto a adoptarlas.
¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.
Puntualiza Machado con ingenua espontaneidad y resalta las rotundas limitaciones de esta ley, por mucho que la energía se conserve.
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
No es casual que dos obras de su heterónimo Abel Martín se titulen: De la heterogeneidad del ser y Lo universal cualitativo.

          Segunda ley de la termodinámica:
Solamente se puede realizar un trabajo mediante el paso del calor de un cuerpo con mayor temperatura a uno que tiene menor temperatura. Pues sucede que el calor pasa espontáneamente de los cuerpos calientes a los fríos hasta quedar a la misma temperatura. En la naturaleza estos procesos suceden, pero sus inversos no. luego el feliz panorama de la primera ley es drásticamente subvertido por esta segunda, que, para colmo, invita una desoladora propiedad llamada entropía: la fracción de energía de un sistema que no es posible convertir en trabajo. Se pierde, haciendo todo sistema natural tendente a la inacción, ya que sin energía no hay trabajo y a base pequeñas fracciones perdidas, es cuestión de tiempo el quedarse frio.
Esta ley implica un futuro de completa inmovilidad de todos los cuerpos isotermos. Una muerte absoluta, cuyos los cadáveres ni siquiera están fríos, ya que nada vivo puede tocarlos. Cuan diferente de la quietud dinámica descrita por Juan de Mairena, otro heterónimo de Machado y discípulo de Abel Martín:
Si con él, que todo sea
-donde sea- quieto y vivo,
el ojo en superlativo,
que mire, admire y se vea.

          Las cuatro primeras formas de la objetividad, nos dice Martín en Las cinco formas de la objetividad, son aparienciales; pretensiones de objetividad nacidas de la pobreza del pensamiento humano. Tan solo la quinta forma es realmente objetiva, pues refiere a un otro real, que ya no es objeto de conocimiento, sino de amor. El amante, nos dice, renuncia a cuanto es espejo en el amor; no busca su propia imagen reflejada en la amada, sino saciar su sed de lo esencialmente otro, la sed metafísica de lo heterogéneo. Mas el amor, única pretensión a la objetividad que alcanza su meta, es fuerza refractaria a cualquier unidad de medida; fuerza cualitativa capaz de generar trabajo de modo constante y energía siempre cinética. ¡Qué mayor refutación de este segundo principio!
...