A pesar de que los vigilantes de la “modélica transición”, apoyados en unos medios de comunicación sumisos, nos han vendido una monarquía salvadora de
la democracia y factor de unidad para los españoles, la fractura con la ciudadanía ha crecido.
Hoy, como hace ochenta y cinco años, seguimos necesitados de esperanza,
¡motor humano!, de proyecto futuro.
Y en nuestras españas, esta no es posible sobre la
podredumbre de una dinastía restaurada por un dictador.
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