15 de mayo de 2017

Enmarcaciones


Hace poco visité una exposición en la que varios cuadros fauvistas, de pequeño y mediano tamaño, estaban enmarcados con un gusto barroquizante, de modo que el marco bien se comía la obra, pues la duplicaba en tamaño, bien la hacía brillar con sus molduras doradas, o bien generaba un contraste tal, que la convertía en una instalación postmoderna. En cualquier caso, el marco estorbaba la obra, impedía sus posibilidades, desviaba su impulso hacia un trabajo inútil.
Además de en museos y salas de exposiciones, también en casas de conocidos, e incluso de amigos, he visto obras fuera de lugar o ahogadas por su marco. Otras veces, menos frecuentes, un acertado gusto resaltaba piezas carentes de gracia. Y es que el marco desluce, inhibe, convierte el oro en chatarra, o destaca lo que, de por sí, pasaría desapercibido, lo mediocre.
La pasada Olimpiada Filosófica de España me ofreció un perfecto ejemplo de cómo esto mismo sucede a nuestros alumnos. El contexto adecuado muestra un pensamiento elaborado, una creatividad impetuosa y una capacidad crítica que el marco escolar, desde la infantil hasta los postgrados universitarios ahogan. El sistema educativo tiende a potenciar lo mediocre, lo sumiso a la norma y esta siempre es conservadora, homogeneizadora y memorística. Lo que no la alcanza, queda mejorado, salvado en muchos casos, por el marco. Lo que la sobrepasa es groseramente deformado para encajar en él.
Sin embargo, el marco es necesario y la norma es conveniente. El reto consiste en ser capaces de jugar con ella, administrarla para que no ahogue, sino ayude. Y es lo que nuestras autoridades no quieren entender, no pueden entender, cegados por el hábito de considerar los marcos como el índice del valor de las obras. Mientras no aprendan a mirar, es difícil que nuestro país llegue a tener un sistema educativo que fomente las posibilidades de sus ciudadanos. Por muchos pactos de estado sobre la educación que se logren -si es que acaso se logran-, sin esta nueva mirada, no serán sino mercadeo ideológico, religioso y económico. Hasta ahora son las iniciativas concretas de personas y asociaciones, sin medios, sin ayudas, incluso con trabas muchas veces, las que generan estas válvulas de escape para la creatividad y el desarrollo humano de nuestros alumnos.