27 de abril de 2012

Alegra, titiritero ...


La semana pasada escuché, en el Principal de Zaragoza, un concierto de Amancio Prada.
Su voz es instrumento preñado de androllas y manzanas reineta, semejante al paisaje de las médulas, y a las montañas de Ponferrada, que encierran una fuente de calor en sus entrañas.
Terciopelo de telón de los viejos teatros; suave, cariñoso, pero recio y pleno a la vez. Profundo.
Una tarde de otoño con castañas asadas y vino de Valdeorras, en su Bierzo natal.

Se lo debía, porque he seguido su trayectoria desde que lo descubrí, a comienzos de los ochenta, y lo vi actuar en mi pueblo, con el violonchelo de Tomás "el Sardinas".
Porque a partir de textos poéticos es capaz de generar poesía sin texto, que abraza y envuelve al poema original como su mitad anhelada.
Porque construye belleza en el vacío, con su sola voz (como en el Romance del enamorado y la muerte, cantado a capella).
Artesano de frágiles espacios de sentido.

Gracias, Amancio.

 
(Selecciono dos canciones, con el sólo criterio de que son las que hoy quiero escuchar. La primera a partir de un poema de Agustín García Calvo y la segunda de Juan Ramón Jimenez)

5 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Bella música y una palabras bien espigadas para hablar de ella. Delicioso momento, gracias.

Manuel Marcos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel Marcos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

El más grande autor y cantante de España, junto a Serrat.
Un saludo desde Sevilla.

luz dijo...

...y fue entonces cuando la mùsica la palabra y la magia entretejieron una fina tela donde yo me quedè atrapada....y me gustò y quise dejarme impregnar de aquello....