Lo se, pero no he podido aguantar, ¡con la nochecita que he pasado!
Y es que, después de escuchar el sábado por
la radio las medidas aprobadas por Decreto Ley para racionalizar
el gasto en educación, que salvaguardan e incrementan la
calidad de este servicio público y evitan que la condición
socioeconómica sea un "obstáculo para el desarrollo del
talento."
Escucharlo, sabiendo que la fórmula
mágica para estos milagros consiste en aumentar el número de
alumnos por clase, reducir la oferta de bachilleratos por instituto,
aumentar el número de horas lectivas de los profesores, con el
consiguiente despido de miles de interinos. Aumentar las ventajas y
ayudas a la escuela privada, directamente y a través de
desgravaciones en la renta de los padres. Reducir el dinero destinado
a becas e investigación, …
Cuanto cinismo, ¡que perversión del
lenguaje!
Cometí luego la torpeza de ver el
telediario: una siniestra trinidad anunciaba, tras el consejo de
ministros del viernes, estas buenas nuevas y otras glorias referidas
a la sanidad y no se qué más ... mi intelecto demudó.
Por la noche, en sueños me vi en una
ciudad obscura y asfixiante, tres sicarios de un amenazante enemigo
me perseguían. Uno de ellos tenia aspecto de monja despiadada, otro,
pelón y con una sórdida sonrisa y el tercero era una figura anodina
pero inquietante. Montados en negros caballos de ojos rojizos, eran
los Nazgûl, servidores de los secretos del anillo. Me declaraban su
amor y sus bondades, pero lanzaban su látigo y trataban de alcanzarme
con sus armas. Cuando uno de ellos, el de la sórdida sonrisa iba a
clavarme su espada, mientras con voz dulce me declaraba sus mejores
intenciones, apareció Wittgenstein, blanco y resplandeciente, y con
un gran cayado en su mano izquierda los hizo retroceder. Me dijo,
mientras se evaporaba ante mis ojos, que no me preocupase, que eran
juegos, juegos de lengua. Lo que para mi era irracional y
contradictorio, desde el juego del señor oscuro, el de la economía
dominada por los anillos de poder, tenía pleno sentido.
Desperté sudoroso, desorientado. ¡Como
para guardármelo!
5 comentarios:
No creo que pueda contarse de mejor manera el ambiente de pesadilla que estamos viviendo, con esta política de palabras consumadas en el jugo de la hipocresía y el corsé de los mercados. La aparición de Wittgenstein, proverbial. Enhorabuena señor Velasco, no se lo guarde, hace bien.
Saludos.
Señor Marcos -aunque preferiría llamarle Manuel, si me lo permite- sus comentarios son siempre palabras de aliento para este joven blog.
Muchísimas grcias y un saludo afectuoso.
Al hilo de lo escrito, tengase en cuenta "las palabras de este tremendo artista" http://luisscafati.blogspot.com.es/2012/04/palabras.html
Me has tocado la fibra sensible. 1) Por mi reciente espíritu schopenhaueriano ante nuestro aciago futuro. 2) Por Wittgenstein, mi amor de adolescencia (yo ya era rarita entonces).
Quiero el cuento entero, como diría Pretty Woman. A ver si hay suerte y Wittgenstein me rescata subido en su caballo blanco.
Maravillosa entrada.
Besos
¡Cuanto tiempo! amiga Angelus.
No se, me temo que el del caballo era Santiago y sus intenciones otras.
El buen Ludwig montaba sobre una escalera, que te permitirá ver el mundo de otra manera si no te enredas en ella.
Schopenhauer era desmentido por su propia vida.
Un abrazo.
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