25 de junio de 2022

Contacto inesperado

 


Vivimos dentro de un traje de buzo, es nuestro modo de habitar lo existente, de ser lo que somos.

Es la cultura, un enorme preservativo que, a pesar de su gran finura en ciertas zonas, impide el contacto directo con el exterior, necesario y básico.

Periódicamente debemos salir de la escafandra y posar nuestros pies desnudos sobre el suelo en que, indirectamente, nos apoyamos.

Contacto más nutriente cuanto más inesperado: la noche estrellada al salir de casa; un paseo en el que, de pronto, estamos solos; el olor de los pinos o de las higueras cuando no están a la vista, de la tierra mojada cuando no hay tormenta; los pies sorprendidos por el agua de la orilla; y, sobre todo, el mar. Sonido rítmico pero siempre distinto, inmensidad inabarcable, continuos cambios de color y forma, olor a sal, espuma, metal y algas.

Si no se espera lo inesperado, no se lo hallará, dado lo inhallable y difícil de acceder que es. Heráclito

2 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Es verdad, hay que estar preparado para lo inesperado, y es que "llega más lejos quien no sabe adónde va" (Napoleón). Hermosa reflexión.

M. A. Velasco León dijo...

Muy buena frase, aunque, paradójicamente, tiene poco de napoleónica.
Gracias y un abrazo.