4 de agosto de 2022

El secreto de la diosa

 


Y la diosa me recibió benévola, tomó mi mano derecha entre la suya y me habló con estas palabras:

Oh joven que en compañía de inmortales aurigas

y las yeguas que te transportan, llegas hasta nuestra morada,

¡bienvenido!, pues no es un hado funesto quien te ha empujado a andar

por este camino, que está fuera del pisado sendero de los hombres,

sino Temis y Diké.

Y ahora es necesario que te enteres de todo:”

                                                                                            Parménides, Proemio del Poema.

Temis es una de las titánides, hija de Gea y Urano, que representa las leyes eternas y la justicia, como atestiguan sus representaciones con una balanza en la mano. Sin embargo, este relato de Hesíodo probablemente simplifica una divinidad telúrica más arcaica, rectora de los ciclos naturales del año, es decir, la representación de la ley natural del universo.

Temis fue la segunda esposa de Zeus, con el cual generó a las Horas, en las que se produce un similar desplazamiento de funciones. Así, inicialmente las Horas gobernaban los ciclos naturales de las estaciones, pero gradualmente su control de la naturaleza fue pasando al de la sociedad y ellas se desdoblaron en tres: Eunomía, Diké e Irene.

Diké es la personificación de la justicia humana, la que ha de triunfar entre los ciudadanos y en el estado. Eunomía, su hermana, representa el buen orden, la ley rectora de la sociedad. Irene es la paz, la cual no es posible sin sus hermanas la ley y la justicia.

En época de Parménides la visión de Temis como divinidad del derecho era la que se había impuesto, pero la diosa a cuya morada es conducido parece haber guiado sus pasos fuera del camino trillado. De este modo, se enlazarían las reglas de la madre tierra con las de la sociedad humana gracias a su hija Diké, la cual articula la relación de las tres hermanas: si no se aplica la ley debidamente en cada caso, no habrá paz en la polis.

El comienzo del Poema, que aparenta una introducción trasnochada, revela una verdad profunda: la conexión entre el orden telúrico y el político, entre la ley natural, propia de la tierra sustentante con sus ciclos, y la humana, con su debida aplicación de la ley en la polis.

Mirando al pasado comprobamos cómo sucesos naturales, especialmente cuando han sido desastrosos, han generado migraciones, causado guerras, derribado gobiernos, cambiado las leyes y el modo de pensar la sociedad. Del mismo modo, las sociedades humanas vienen impactando en el planeta de manera creciente; especialmente la nuestra, cada vez más injusta y global, está destruyendo el equilibrio natural del planeta y siendo factor decisivo del cambio climático.

Antes que a Parménides, la ignota diosa parece dirigirse a nosotros:

Y ahora es necesario que te enteres de todo.

2 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Excelente interpretación. Y añadiría como causa de desórdenes políticos los desórdenes emocionales (la naturaleza también corre dentro de nosotros) Y de ahí también la importancia que atribuían los filósofos y pedagogos griegos a la educación de las emociones. La razón piensa bien cuando el cuerpo está equilibrado, y el cuerpo está en equilibrio cuando obramos conforme a la razón. La verdad, una pena que los planes de estudios de filosofía sigan ciegos a esta mutua dependencia que tan bien supieron ver los primeros filósofos y, sin embargo, continúen obcecados en la idea de presentar a la razón como la verdadera facultad merecedora de una buena educación. Buena entrada!

M. A. Velasco León dijo...

Cierto, los desórdenes emocionales pesan sobre los políticos y lo mismo en sentido inverso, las desordenadas organizaciones políticas desordenan emocionalmente a la ciudadanía.
Nos gobiernan gentes de dos cabezas, sordos y ciegos al mensaje de cualquier diosa. Así estamos, desordenados.
Gracias por tus palabras, David.