1 de junio de 2022

Malos testigos

Estamos preparados para procesar los sonidos exteriores, mejor dicho, los que llegan a través de las orejas. Gracias a ellas, que son dos y están opuestas, localizamos fácilmente dirección, sentido y distancia de cuanto las impacta.

Bien distinto sucede cuando el sonido llega a través de los huesos y la piel: inquietante, misterioso y ubicuo; desconocido su origen.

Los sonidos que recibo tumbado en la playa, mis ojos cerrados, mi cabeza apoyada en la arena, son de este segundo grupo.

Me aíslan del mundo y me pegan a la tierra.

Son música para mi vientre.

Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando tienen almas bárbaras. Heráclito


2 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Muy bien traída la referencia a Heráclito, confirmada por una física cuántica que se pregunta por qué llamamos realidad al ridículo 4 por ciento del mundo que percibimos por los sentidos. Quizá, después de todo, convenga mantener los ojos bien cerrados. Un abrazo

M. A. Velasco León dijo...

Bien cerrados, sí. Esperando que unas yeguas nos conduzcan a la morada de la diosa. O resignados, como el de Koenisberg, a ignorar por siempre la realidad en sí.
Un abrazo.