¡Hay que ver cómo es el
día a día de la vida! Las urgencias nos van arrastrando como un río
desbordado, como un torrente cuando cae una tormenta de verano, y el
paseo se convierte en marcha vertiginosa, sin reparar en el camino
por el que íbamos, por el que nos gustaría ir.
Hemos de soltar lastre
para no ahogarnos y recordar que lo hemos soltado, o no podremos
luego recuperarlo cuando las aguas vuelven a su cauce.
No es de balde navegar
por este rio: ensucia, mella y deforma lo que somos por completo.
Desgasta, mas embellece, con esa hermosura nacida de la erosión, tan
propia de lo vivo.
5 comentarios:
Te ha sentado bien el verano, poeta.
Gracias por los bondadosos ojos con que me contemplas.
Hermosas metáforas y muy sugerente el final. Gracias compañero.
Sí, Miguel Ángel, no se puede decir mejor. Es precioso. Un abrazo.
Yo si que os estoy agradecido, David y Manuel, ¡pero preocupado! porque ya sabéis, si sólo te elogian algo falla.
Salud y gracias
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