14 de junio de 2015

La cosa mejor repartida


Con los años uno va perdiendo seguridades en vez de alcanzarlas, parece mentira, pero sucede. Sin embargo hay una excepción, la sospecha creciente de que el mal no es sino un modo, o tal vez una consecuencia, de la estupidez.
Que engañado estaba el pobre don Renato cuando proclamaba: “el buen sentido (le bon sens) es la cosa mejor repartida del mundo.” La razón, en resumidas cuentas, como don universal del ser humano.
Por desgracia, un refrán popular que en otro tiempo me parecía un chiste, se me va presentando como una verdad manifiesta: “cada día que amanece el número de tontos crece.”
Mas no he de ser injusto, doy la razón a don Renato en lo referido a la intuición, porque certezas como esta se nos presentan en una captación inmediata, palmaria y aplastante, alejando cualquier suerte de duda. Son pocas, ciertamente, pero producen un picor de ojos que nos libra de cualquier escepticismo gnoseológico, no así de otros.


4 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Según Carlo María Cipolla, lo mejor repartido del mundo es la estupidez, que es justo lo contrario del buen sentido. Yo suelo decir que el menos común de los sentidos es el sentido común, pero no suelo decirlo muchas veces por no pecar de soberbio y vanidoso, pues que ni siquiera el que acierta a definir algo está libre de tropezar alguna mala noche y despertarse al día siguiente engrosando las muy nutridas listas de la idiotez.

Abrazo,

Manolo

M. A. Velasco León dijo...

No solo Cipolla, también el refrán: "de los tontos líbrame Señor, que de los malos ya me libro yo"
Y no estamos libres, como bien dices, y es que me temo que resulta contagiosa.
Un abrazo

David Porcel Dieste dijo...

Dices bien cuando afirmas que "el mal no es sino un modo, o tal vez una consecuencia, de la estupidez" Añadiría que los malos estúpidos son los más peligrosos, pues muchas veces ni siquiera ellos son conscientes del daño que producen o de la maldad que cometen. Podemos prevenirnos del malintencionado lúcido, tomando medidas para evitar su intención, pero no así del que actúa irracional e impúdicamente. Saludos

M. A. Velasco León dijo...

Así es, David, por desgracia. Por eso el refrán que le recuerdo a Manolo, tan profundo aquí ("de los tontos líbrame Señor, que de los malos ya me libro yo"). Recuerdo cuando en mi adolescencia lo descubrí, me parecía totalmente equivocado. Debe ser que los adolescentes, lo vemos en nuestros alumnos, siempre hemos sido maniqueos e ingenuos. Recuerdo una segunda, ya en mi juventud, tal vez durante la carrera, discutiendo sobre este refrán con varios amigos. Y ahora, en cambio me parece tan evidente.
Saludos