19 de septiembre de 2012

Cultura


Se trata de una polémica ya vieja, la de si la cultura y, especialmente la llamada alta cultura, es enseñable o no. ¿Qué papel ha de ocupar la escuela en su transmisión? 
¿Y  en su construcción? me pregunto.
No estaría de más meditar los consejos de Juan de Mairena:
Nunca os jactéis de autodidactos, os repito, porque es poco lo que se puede aprender sin auxilio ajeno. No olvidéis, sin embargo, que ese poco es importante y que además nadie os lo puede enseñar. 
Tampoco lo estaría volver a ver Dersu Uzala.


4 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Me gusta mucho este recuerdo de Juan de Mariana y aviso de navegantes. Lo hermoso del autodidacta es cuando se tiene que sentar a poner en juego lo que sabe, pero la empresa real es la educación, el maestro es la clave, pero el alumno pone el esfuerzo, que esto es algo que está periclitando peligrosamente, Miguel Ángel. Parecería retrógrado recordar los cuadernos Rubio o aquellos antiguos vademecum un tanto áridos, pero hallaba uno en esa disciplina rudimentaria un placer y una magia. Akira Kurosawa es una maravilla. No sé si conoces a un discípulo suyo, Kobayashi, digo de verse también.

Un abrazo

M. A. Velasco León dijo...

Razón no te falta, pero cierto es también que el esfuerzo de aprender no puede separarse del esfuerzo general. Y si nuestra sociedad invita al mínimo, al camino rápido y fácil, para lograr un triunfo que no consiste sino en la posesión de bienes materiales, disfrazados de juventud y diversión (entendida al modo adolescente), no podemos pretender fomentar el esfuerzo en la escuela. Maestros y discípulos no son islas separadas del resto de la sociedad y la falta de esfuerzo en la escuela no es sino reflejo del contexto general.

David Porcel Dieste dijo...

En efecto, el problema es si es posible educar para la alta cultura desde una cultura que, lejos de valorarla, promueve los valores contrarios.

David Porcel Dieste dijo...

...a saber, la banalidad y frivolidad de las ideas, la diversión por mera diversión, el afán exclusivo de bienestar, de posesión de bienes de consumo....¿o acaso la cultura es consumible?... El problema no son los medios, sino que no hay fines.