14 de mayo de 2022

Heráclito


 

El mar es fuego, sonido el uno y visión el otro, aunque ambos puedan escucharse y verse. Inconfundible a pesar de las irrepetibles diferencias con que se nos ofrece. Siempre cambiante y siempre el mismo.

Cerca de la orilla, en parajes apenas manchados por el ruido humano, abrazado por el fuego del sol cierro los ojos y desaparezco, para renacer más joven y más viejo a la vez.

Creo comprender a Heráclito, aunque el quisiera decir, ¿qué importa?, otra cosa.

Para las almas la muerte es convertirse en agua; para el agua la muerte es convertirse en tierra. Pero de la tierra proviene el agua, y del agua el alma.

6 comentarios:

clara dijo...

Caminos sobre la mar

M. A. Velasco León dijo...

¿No será que el mar es el camino?

David Porcel Dieste dijo...

Sí, lo que hay son acercamientos. O maneras de presentarse eso que sólo advertimos, y sobre lo que proyectamos atributos como lo mismo, o lo cambiante. A veces, eso sí, renacemos, para volver a caer. Hermoso texto.

M. A. Velasco León dijo...

Sí, sí. Aquí me he quedado con los acercamientos.
Gracias

Anónimo dijo...

En definitiva: la poesía engloba todas las cosas. Principio y fin de la metáfora.

M. A. Velasco León dijo...

O tal vez la metáfora sea principio de todo, del concepto y de la poesía.