5 de junio de 2013

... enfondadas


Desde los siete a los once años hay un trozo muy grande de vida, lleno de oscurecimiento y olvido. Se supone que vamos perdiendo lentamente el don de hablar con los animales, que los pájaros no se posan ya en el antepecho de nuestra ventana para charlar. A medida que nuestros ojos se acostumbran a mirar, se pertrechan contra el prodigio. Flores que una vez tubieron el tamaño de pinos, vuelven a sus macetas. Hasta el terror se empequeñece. Los gigantes que llenaban nuestra habitación de niños se achican en maestros malhumorados y padres humanos.
Leonard Cohen "El juego favorito"

Cohen parece referirse al que Freud denominó período de latencia, el mismo representado, con frecuencia, por Rousseau en sus cuadros. Las figuras dejan de imponerse por sí mismas para quedar monótonamente enfondadas.

5 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Nunca había pensado así en ese período de la infancia, pero me pegunto si no ese período más una recreación desde el presente que el recuerdo de una vivencia efectivamente pretérita. Saludos

Daniel Arana García de Leániz dijo...

Buceo en tu blog para recomendarlo en el mío y encontrarme nada menos con dos de mis pasiones: Cohen (tanto su poesía como su prosa) y el psicoanálisis.

M. A. Velasco León dijo...

David, buena pregunta. Siempre hay recreación desde el presente, mientras la vivencia se produce carecemos de suficiente distancia. Recuerdo, de todos modos, cómo cambió mi sentir hacia mis juegos y juguetes, mis miedos y mis deseos.
Daniel, me alegran nuestras afinidades electivas. No mencionas la canción de Cohen ¿? Freud nos abrio vastos horizontes que seguimos explorando.
Gracias y salud a los dos.

Manuel Marcos dijo...

Has espigado un poema muy hermoso, Miguel Ángel, gracias. La pregunta de David es clave: es una evocación de un sentimiento que ha sufrido desde este futuro, muchas transformaciones, sí.
Un abrazo, amigo

M. A. Velasco León dijo...

Y qué otra cosa somos, sino continuas transformaciones, del anverso y del reverso, mantenidas por una extrañeza que las identifica como propias.
Muchas gracias a tí, Manuel, y
salud