Con la que está cayendo y me dejo atrapar por la melancolía. Será esta imprevista canícula.
¿Qué sucede cuando una canción se nos mete en la cabeza?
Persevera en la existencia, se niega a perderla, es la misma fuerza del conatus espinoziano. Trata de permanecer aferrándose a nosotros, a nuestro interior, de manera obstinada, tiránica con frecuencia.
¿Dónde se esconde? ¿Entre el yunque y el martillo o entre alguna sinapsis? No lo se, ni lo quiero saber. Las explicaciones de los psicólogos cientifistas (de los otros, hay muy pocos y suelen ser argentinos) y de los neurólogos son tristes; no entienden de melancolías, ni de ningún otro estado de ánimo. Como cantaba Nietzsche con furia, la vida no está en las fórmulas cuantificadoras, en esa mortajas con forma de ecuación, la vida es otra cosa.
La música es arte del tiempo, sus obras sólo existen mientras suenan. Tal vez por ello nos gusta cantarlas, porque nos transformamos en artistas por unos instantes, porque alumbramos belleza con nuestra voz, o al menos lo intentamos.
Llevo unos días con una de esas canciones dentro y, lo confieso, también fuera. Le doy vida una y otra vez en mi ordenador, para darle cuerpo al eco que permanece en mi cabeza. Incluso la tarareo, con cierta vergüenza.
Persevera en la existencia, se niega a perderla, es la misma fuerza del conatus espinoziano. Trata de permanecer aferrándose a nosotros, a nuestro interior, de manera obstinada, tiránica con frecuencia.
¿Dónde se esconde? ¿Entre el yunque y el martillo o entre alguna sinapsis? No lo se, ni lo quiero saber. Las explicaciones de los psicólogos cientifistas (de los otros, hay muy pocos y suelen ser argentinos) y de los neurólogos son tristes; no entienden de melancolías, ni de ningún otro estado de ánimo. Como cantaba Nietzsche con furia, la vida no está en las fórmulas cuantificadoras, en esa mortajas con forma de ecuación, la vida es otra cosa.
La música es arte del tiempo, sus obras sólo existen mientras suenan. Tal vez por ello nos gusta cantarlas, porque nos transformamos en artistas por unos instantes, porque alumbramos belleza con nuestra voz, o al menos lo intentamos.
Llevo unos días con una de esas canciones dentro y, lo confieso, también fuera. Le doy vida una y otra vez en mi ordenador, para darle cuerpo al eco que permanece en mi cabeza. Incluso la tarareo, con cierta vergüenza.
Clara me descubrió un interesante blog , Camerata Carabel, en el que se combinan música e ilustración. Las canciones que lo pueblan, especialmente las de Pablo Auladell, me han subyugado.
Letras certeras, mordaces y, a la vez, cargadas de la poesía de lo cotidiano, del transcurrir del tiempo. Música encajada como un armazón que sostiene y da forma, otorgando una sensibilidad especial a la unidad, a la canción.
Beatriz es el título de la que anda conmigo estos días. Hermosa, llena de nostalgia, voy a crearla de nuevo.
Letras certeras, mordaces y, a la vez, cargadas de la poesía de lo cotidiano, del transcurrir del tiempo. Música encajada como un armazón que sostiene y da forma, otorgando una sensibilidad especial a la unidad, a la canción.
Beatriz es el título de la que anda conmigo estos días. Hermosa, llena de nostalgia, voy a crearla de nuevo.
(Os aviso que a mi en algunas versiones de Firefox no me suenan las canciones de este blog, he tenido que recurrir al Explorer)
3 comentarios:
"Porque alumbramos belleza con nuestra voz". El conato está teñido de intento frustrado desde que el relevo de la inteligencia y la sensibilidad lo cogió Rockefeller, pero el conatus spinoziano está cargando de referencias valiosas de verdad.
Salud, Miguel Ángel.
Que tristemente cierto el relevo rockefelleriano (valga la pedantería de la palabra) del que hablas.
Brindemos por el viejo pulidor de vidrios, biznieto de ímbeciles compatriotas nuestros.
¡A nuestra salud, Manuel!
Brindemos por él, sí, mira por donde anoche le escribí una bendición y ahor he visto este comentario tuyo que se me quedó perdido. A Rockefeller le falta poco para que lo releven, al menos eso queremos.
Salud, Miguel Ángel, ojalá algún día podamos brindar con copas reales también.
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