Empeñarnos en lo importante hasta
dejar de lado un asunto que nos apremia, pero cuya importancia es
secundaria, puede causarnos graves problemas e incluso alejarnos de
nuestra meta.
Embarcarnos en una sucesión de urgencias es buen modo
de olvidar lo importante y acabar desnortados en el vaivén de la
intemperie.
La urgencia no tiene por qué ir de la mano con la
importancia. Si no queremos acabar transitando caminos que, ni son
los nuestros, ni nos interesan, hemos de distinguir con claridad
entre lo urgente y lo importante.
3 comentarios:
Buena entrada. Totalmente de acuerdo: antes de iniciarnos en esfuerzos, pequeños o colosales, tanto en la vida como en asuntos de política o educación, hay que tener claro qué es lo importante (para entonces reconocer la importancia de abordar los problemas urgentes) y qué es lo urgente (para no desviarnos de lo importante) Esta entrada merecería una segunda donde se desarrollara esa clarificación conceptual, incidiendo en esa tensión e interdependencia entre lo urgente y lo importante. Saludos
Completamemte de acuerdo. Habrá que estar muy alerta, pues la urgencia puede imponerse con una sutilidad que, aunque parezca contraria a su naturaleza, termina por arrastrarnos.
Me alegra vuestro acuerdo.
Los arrastres más eficaces son, como indicas Chus, los que se presentan sutilmente.
David, tengo en cuenta tu propuesta de continuación.
Salud a los dos.
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