8 de enero de 2013

Celebraciones


Frente al tiempo circular griego, el judeo-cristianismo propuso el tiempo lineal, consagrando la singularidad de cada hecho, de cada momento, de cada acción humana. 
Sin embargo, la circularidad permaneció cubierta por un sentido nuevo, por una peculiar orientación, celebrar cíclicamente los hechos singulares que presentan especial relevancia. De este modo, la línea se compone de pequeños ciclos continuamente repetidos, como las fiestas de Navidad, con sus rituales gastronómicos y encuentros familiares.
Pero, ¿cómo armonizar la cíclica repetición ritual de lo que se estima suceso único? ¿Cómo es posible conciliar la línea recta, el segmento dotado de un comienzo y un final con el círculo, donde todo punto es equivalente e intercambiable?
¿Cómo es posible la novedad en la repetición cotidiana?


2 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Vaya, acabo de ver la película Smoke, y al leer tu reflexión enseguida me ha recordado a una de las secuencias en la que uno de los protagonistas explica a otro todo el sentido de la obra de su vida, que consiste en hacer todos los días a la misma hora y desde el mismo lugar una fotografía. Aparentemente el álbum, que abarca varios volúmenes, parece repetir la misma fotografía, pero si uno se fija bien cada una de ellas es distinta de las demás, única. Tenemos que esa obra aúna singularidad y repetición, ¿y no consiste en eso el paso del tiempo? Saludos repetidos.

M. A. Velasco León dijo...

Recuerdo bien la película, las ganas de fumar con que salí del cine, era un hermanamiento con unos personajes y una historia entrañables. Harvey Keitel y su álbum geniales. Como genial ha sido tu conexión con la entrada.
Tal vez sea el tiempo esa repetición, que no es sino un esquema construido sobre la base de singularidades semejantes y sucesivas.
Muchas gracias, David.