El político profesional piensa a cuatro años vista y las inversiones educativas no se lucen a tan corto plazo.
Esta falta de interés se une a la confianza en la maquinaria del estado y su inercial funcionamiento. Nuestros políticos de oficio dan por sentada la rutinaria marcha de las ruedas burocráticas, sin reparar en ello siquiera, y cuando alguna se avería, a menudo por simple falta de mantenimiento, la parchean improvisadamente.
En el caso de la educación hay que añadir el generoso y voluntario trabajo que la mayoría de los docentes realizan, muy por encima del que su función administrativa exige.
¿Por qué siguió funcionando el sistema educativo entre marzo y junio de 2020, los meses del Estado de Alarma? No fue por la preocupación y el buen obrar del Ministerio, ni de las Consejerías de Educación, sino por la tarea de los docentes. Sus casas convertidas en aulas, su tiempo abierto a dudas y consultas en jornadas interminables, sus propios medios materiales a disposición de la enseñanza, ordenadores, conexiones a internet, teléfonos, espacios, calefacciones, electricidad ... Todo ello a cambio de ingratitud y burla por parte de unos políticos que juegan a enfrentarlos con los padres y la sociedad, dando una imagen tal falsa como irreal de su labor.
También señaló Max Weber que en los estados modernos es el funcionariado, y no los políticos, quien hace que este marche, quien mantiene girando las ruedas de las instituciones. Hemos visto lo mismo en sanidad durante el estado de alarma, la cual ha seguido funcionando a pesar de las actuaciones políticas.
Este desinterés por la educación ha llegado a su paroxismo al considerar la absoluta necesidad de tener abiertos los centros escolares, al menos entre la infantil y el bachillerato, no por lo que puedan aprender ni por la formación que vayan a recibir los alumnos, sino para tenerlos cuidados, recogidos, custodiados. Liberando así a los padres para que puedan trabajar, teletrabajar en muchos casos, sin preocuparse de sus hijos.
Lo que lleva años gestándose, la enseñanza-guardería, se ha mostrado a las claras gracias al covid-19. Educar es caro, no se luce a cuatro años y además es inutil. Con tener recogidos a los niños y entretenidos a los adolescentes y jóvenes -sin que suspendan demasiado para contentar a sus padres- es suficiente. Para qué van a preocuparse de más nuestros gobernantes si han aceptado que nuestro país sea un macrocomplejo turístico. En el Spanish resort ¿quién necesita otra cosa sino gente simpática, con gracejo, dedicada a la hosteleria y la restauración?
9 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo con lo que escribes. Y creo has expresado muy bien el sentir de muchos. Si las autoridades confían en la maquinaria es porque saben que ya somos parte de ella. La cuestión no es si el mito del hombre-máquina es posible. La cuestión es si queremos seguir siendo máquinas. O a mí me lo parece. Un abrazo.
Si queremos seguir siéndolo y si podemos dejar de serlo. Piensa a nivel colectivo, a nivel estructura socioadministrativa. ¿Qué ocurriría hoy en cualquier estado desarrollado si se parase la maquinaria burocrática?
Vértigos y flojera visceral me produce imaginarlo.
Gracias por tu comentario. Un abrazo
En cierto modo, sería un renacimiento esplendoroso, el momento final de nuestro encierro, un rayo de realidad... Pero mucho me temo que el enemigo esté demasiado adentro para poder confrontar con él.
Incomprensible que siendo tan necesarios, nos traten tan mal.
No acabo de verlo David, la verdad. Deseo una salida hacia un nuevo modus operandi pero sin el caos de la transición, que me espanta.
Pues así es Pilar y encima nos resignamos en exceso.
Gracias por pasarte por aquí.
Suscribo cada palabra y también tu pesimismo. Como decía David, has puesto palabras al sentir de muchos, que pese a todo, siguen moviéndose y creyendo incluso después de haber perdido la fe.
" ...creyendo incluso después de haber perdido la fe."
¡Que hermoso Robin!
Me viene a la cabeza San Manuel Bueno, viviendo en 1984 y doblepensando.
Gracias por pasarte.
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