Cada vez son menos, están abusando tanto de la mentira descarada que
ya casi nadie cree una sola de sus palabras. Sin saber quién era
Gorgias, están ejemplificando sus denuncias del lenguaje empleado
como vehículo de manipulación política e interés personal y no
como vehículo de comunicación y búsqueda de la verdad. Su política
de hechos consumados, a fuerza de decreto ley, ya no son tijeretazos
sino golpes de motosierra.
Caso concreto, de estos aprendices de ateniense corrompido, es el sucio
juego de enfrentar los profesionales de la educación con la población
en general, para ocultar la barbaridad que se está pergeñando.
Su rastrera estrategia presenta a maestros y profesores
como una pandilla de insolidarios con el sufrimiento económico de
tantos. ¡Teniendo el sueldo seguro y se quejan por unas horitas
semanales más!. Se trata de enfrentarlos con la opinión pública, para que
sus medidas se aplaudan como un merecido castigo hacia esos
privilegiados. Desviar la mirada para que la gente no vea cual es el
verdadero problema:
si nuestro país lleva varios siglos invirtiendo en educación por debajo
de la media europea y ahora se recorta ¿dónde va a descender la
educación española? ¿Qué futuro espera a nuestro país sin las
oportunidades de una buena educación para todos?
Nuestro gran bipartido, el PPSOE y sus conservadores socios, los de
chapela y los de barretina, llevan tiempo destrozando la igualdad de
oportunidades de nuestros hijos. Cuando el acento del desgobierno
recae sobre las dos primeras sílabas, como ahora, lo hacen de modo
zafio y precipitado; cuando recae sobre las dos últimas lo hacen de
forma más artera. ¿Qué les importa a ellos el futuro de nuestro
país? Tan sólo el de su cuenta corriente, el de sus inmuebles y,
como mucho, el de sus familiares.
A pesar de todo, ahora mismo en nuestro país la calidad de la educación pública supera con creces a la privada, y
esto parece intolerable, las aguas han de volver a su cauce. De paso, si
podemos hacer negocio con la educación, adelante. No podemos dejar escapar una crisis tan buena, dijo el ministro implicado citando las palabras de Rham Emanuel.
Esa población a la que desprecian no se
deja engañar con tanta facilidad, ¡tantas veces los hemos sorprendido en mentira!
Al menos eso quiero creer. Lo que
me preocupa es ¿por qué seguimos tolerando los golpes de motosierra?