Las
diferentes mitologías sorprenden por sus constantes estructurales y,
más allá, por sus coincidencias de contenido. Entre las primeras
encontramos, por ejemplo, la separación de la realidad en dos
órdenes, el cotidiano y el de lo primordial, así como la conexión
disimétrica entre ambos, teniendo el segundo un mayor grado de
realidad. Esa misma realidad es dependiente de un centro cósmico
originario, cuyo transcurrir tiene carácter cíclico. Otra
constante es la generación de normas de acción, que dan lugar lo
mismo a rituales de diverso tipo que a normas morales de conducta. Y
otras más prácticas, como la medida temporal basada en las fases
lunares (unidas además a las mareas y la fertilidad).
Entre
las segundas -coincidencias de contenido- tropezamos con animales, como los serpentiformes
en múltiples variantes, desde serpientes ordinarias hasta cubiertas
de plumas en lugar de escamas, pasando por los dragones orientales,
que vienen a ser una gran serpiente voladora, o
ciertos lagartos del pacífico, que más parecen reptar que andar.
También con figuras, como el círculo formado por esa misma
serpiente al morder su propia cola, el uroboros. Con acontecimientos,
como la generación de los seres vivos, especialmente los humanos, y
la consideración de la vida humana como pérdida, o devaluación, de
la condición original del humano, que era la inmortalidad. O un
diluvio de dimensiones universales.
Decir
que, sencillamente, se tarta de una coincidencia, evita la cuestión
y no aclara nada en absoluto. Una posible explicación apuntaría un
necesario contacto entre diferentes culturas, lo cual, hasta ahora,
se ha mostrado imposible. Otra, que todas ellas provienen de una
común, en la cual se alumbraron esas constantes míticas antes de
producirse su dispersión por diferentes partes del planeta. Pero resulta
bastante problemática, puesto que no se trata del monogenismo de la
especie, sino de la aparición de construcciones culturales como las
lenguas y los mitos. Voy a añadir una tercera, que no es
incompatible con esta segunda, la planteada por Luis Cencillo, el
cual defendió la existencia del inconsciente en el psiquismo
humano, dividido en varios niveles, uno de ellos el semántico.
Este nivel explicaría por qué nuestra especie posee el lenguaje y
lo desarrolla en diferentes lenguas, así como las demás
construcciones simbólicas, entre las que estarían los mitos. Si
todos tenemos visión bifocal y en perspectiva debido a nuestra
anatomía facial y ocular; si podemos manejar herramientas por la
anatomía de nuestras manos; … igualmente resulta normal que todo
grupo humano de cualquier parte y época, de lugar a similares
construcciones simbólicas, como los mitos, y que presenten elementos
comunes.