¿Qué es, antes que nada, La juventud?
¿Un artificio barroco, un exceso imperdonable?
¿Una exagerada pompa de jabón? momentos antes de disolverse en diminutas salpicaduras, apenas molestas.
Su director ama esos pecados. “La frivolidad es una tentación irresistible -dice Fred, el protagonista- pero también es una forma de perversión.” Es decir, una perturbación del orden acostumbrado de las cosas. Y esto es lo que logra Sorrentino en su película que, bajo el brillo deslumbrante del vacío, está llena de mensajes cifrados.
Fred, músico retirado y Jimmy, actor en crisis, se arrepienten de aquello que, justamente, los ha hecho ser lo que ahora son. El primero de su obra “Canciones sencillas” y el segundo de su papel de Sr. Keith en una película de robots. Ambos creen haber cedido a la ligereza, a la frivolidad, durante un breve momento que les perseguirá siempre. En cambio Dios, es decir, Miss Universo, es consciente de aquello que la convierte en lo que es. Ante la burla de Jimmy: “¿Estudias o sólo ves realities en la televisión?” ella responde: “Estoy contenta de haber participado en el concurso de Miss Universo. ¿Está Ud. contento de haber interpretado al Sr. Keith?”
Sentimientos mal gestionados, incapaces de asumir una acción propia realizada de modo voluntario, cuyas consecuencias son deseadas y posibilitan la situación desde la cual detestarla. Deseo y disfrute de los fines junto al rechazo de los únicos medios posibles que a ellos nos han conducido. La ansiedad del actor y la apatía del músico son consecuencia de tal contradicción emocional.
Y sobre esto trata la película: emociones, sentimientos, el universo pasional. Jimmy, tras preparar con cuidado un nuevo papel, el de Hitler, y ensayar el impacto que causa en el público, decide descartarlo: “Tengo que elegir lo que realmente vale la pena. Entre expresar el horror o el deseo, prefiero el deseo”
Lena, la hija de Fred, hacia el cual tiene sentimientos encontrados, pues apenas ha ejercido como padre, está sumida en la tristeza al saber que su marido la deja por una cantante de pop. Pero es al conocer por qué prefiere a la otra cuando una emoción, mezcla de furia, rabia y culpa, surge de manera incontenible. "Es muy buena en la cama". Necesita demostrarse a sí misma que puede volver loco a un hombre y trata de hacerlo con alguien habituado a intensas emociones, un monitor de alta montaña.
Mick Boyle, viejo amigo de Fred y director de cine en completo declive, al comienzo de la película declara que los sentimientos están sobrevalorados. A pesar de lo cual no hace sino mostrar un deseo de afecto: recuperar el calor del público y el reconocimiento crítica. Está preparando su última película, su testamento, mas lo hace con un equipo de guionistas, tan aduladores como incompetentes, a los que increpa: “Muchachos, no os dejéis influir por la realidad, nosotros creamos historias”
Continuamente habla con su amigo de un pasado donde lo importante no son sino afectos, amores, deseos sexuales. Y lo hace mediante curiosas claves, "montar en bicicleta", "orinar", "caerse de la bici", tan secretas que no las comparte ni con su amigo. Hundiéndose, poco a poco, en la lejanía de lo perdido, cuando finalmente enfrenta la imposibilidad de hacer su película, confiesa a Fred: “Solo tenemos sentimientos”
La joven masajista, un personaje a primera vista casi irrelevante, nos ofrece la llave en dos secuencias. En la primera, dando un masaje a Fred:
“Le daré un masaje distinto, porque está estresado. Bueno, para ser exactos... usted no está estresado. Está emocionado.
- Fred: ¿Lo entiende todo con sus manos, no?
- Masajista: Podemos entender todo con tocarlo. ¿Quién sabe por qué las personas temen tanto tocarse?
- Fred: Tal vez porque piensen que tiene algo que ver con el placer.
- Masajista: Esa es otra buena razón para tocarse en vez de hablar.”
En la segunda la contemplamos bailando sola, observándose ante una videoconsola, transfigurada por la realidad virtual en algo así como una princesa danzarina. Situación, a primera vista, paradójica, por ser ajena a cualquier contacto de los cuerpos. Sin embargo, ausente por completo la palabra, son la música y su cuerpo quienes entran en contacto, quienes sienten en profundidad el calor mutuo.
Nosotros, espectadores solitarios, hemos de arrojarnos también al engaño sonoro y visual propuesto por Sorrentino, si queremos transfigurarnos. En una entrevista a propósito de esta película dijo: “Como cineasta trabajo con las emociones porque, de alguna manera, estoy convencido de que más allá de ellas no hay nada. Una película es fundamentalmente una experiencia emotiva”
¿Por qué juventud una película protagonizada por, y abarrotada de, viejos? A la pregunta de Fred: “¿que me espera doctor?” el medico del balneario responde: “La juventud.”
Porque no se trata de una cuestión cronológica, se trata de una cuestión infravalorada: de sentir, sentimientos.
Kafka, paseando por Praga con su amigo Janouch, dijo en una ocasión: "La juventud es feliz porque posee la capacidad de ver la belleza. Es al perder esta capacidad cuando comienza el penoso envejecimiento, la decadencia, la infelicidad. … Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece".
La masajista-princesa que baila, no es joven por su edad, sino por su silencio. Y su silencio brota del hondo sentir del tacto.
¿Qué es, antes que nada, La juventud?
Un musical, uno de los pocos musicales con los que, en lugar de escaparme despavorido de la butaca, he disfrutado, y no poco. Una nueva oportunidad para este género cinematográfico que habitualmente, siempre si es de Disney, se burla obscenamente del público.
No lo contéis, pero a la salida llamó mi atención un extraño personaje, hundido en una butaca del fondo, con sombrero puesto y el cuello subido, como si temiese ser descubierto. Le dije: "¿Zenón?" y salió rápido mientras se ponía unas gafas de sol.