El
mito es una narración fantástica de origen popular, protagonizada
por seres divinos, que ofrece explicaciones arbitrarias, rígidas e
incuestionables, sobre asuntos diversos que preocupan al ser humano.
Resulta
equivalente, según la época histórica, a la magia, la religión,
la leyenda, la construcción legitimadora del poder y la manipulación
mediática.
Colección
de lugares comunes, tan ambiguos y contradictorios como alejados de
la realidad, que se atribuyen al mito. En aguas tan turbias no hay
modo de saber si el mito se opone, se identifica o pertenece a un
ámbito sin tangencia alguna con el logos.
Desbrocemos
mínimamente el terreno.
No
pretendo ocuparme de los usos coloquiales del término: 1.- Figura
mediática de gran atractivo y difusión. De diferentes ámbitos como
el cine, el deporte o la música. Gilda y Marilyn representarían
mitos eróticos, Maradona y Cristiano Ronaldo, mitos deportivos. 2.-
Convicción extendida pero carente de fundamento real, y, en general,
cualquier prejuicio popular injustificado. Así, el instinto maternal
o la autorregulación benigna del mercado son mitos. 3.- Situación o
estado deseable para la mayoría de la sociedad, pero inalcanzable.
Equivale a sueño imposible, veleidad: el mito de la justicia o del
amor desinteresado. 4.- Personajes y sucesos indemostrables, o
ciertas acciones y sus efectos. La autoestopista fantasma, la
congelación de Walt Disney, gran parte de las supersticiones o las
“leyendas urbanas”, obedecen este sentido.
Pretendo
situarme en el sentido técnico de la antropología, la
historiografía del hecho religioso y los estudios culturales.
Contexto en el cual he hallado un autor que, con claridad y rigor, ha
abordado este fenómeno desde un pensamiento en español, Luis
Cencillo.
En
una primera aproximación, el mito es una construcción cognoscitiva
y expresiva de un grupo humano. Jamas construcción individual, como
serían las realizadas por poetas o miembros del grupo de poder (que
primero han de existir como tales); siempre producto colectivo
espontáneo, improvisado, podemos decir. Tal construcción,
cristalizada en relato, supone una serie de causas metahumanas de
naturaleza psíquica, ocultas tras las apariencias incomprensibles o
paradójicas de su medio. Es decir, que dicho grupo humano siente
extrañeza e incomprensión ante situaciones a las que se encuentra
sometido, al principio por un medio predominantemente natural, junto
al cual habría ido creciendo en cotidianidad, y por tanto en
importancia, un medio social. Respuesta a nuevas necesidades que van
más allá de la mera supervivencia animal e implican la existencia
de una capacidad simbólica en el humano.