11 de julio de 2013

Augusto enjaulado


Me ha dado pena ver al pobre Augusto traído y llevado de cualquier manera. ¡Todo un emperador! y ni una mala protección, ni un mullido, empotrado en el aristado metal con unas cinchas que lo mismo han sujetado antes chatarra y sujetarán luego quién sabe qué.

He visto enjaulados, con el indefenso emperador, nuestro presente y nuestro futuro:
la idea de cives romano, ese invento del derecho (que desmarcó progresivamente lo jurídico de lo religioso y lo moral) que nos hizo sujeto de leyes , de cuyo cumplimiento se ha de responder ordenadamente;
el arte y la historia, inútiles reliquias decorativas, de las que se dispone según interés al servicio de la economía dominante;
las humanidades, la filosofía con ellas, resignadas ante la dejación racional, obligada, que pretenden imponernos;
la tradición occidental, con todo su mal de androcentrismo, eurocentrismo y esencialismo, pero con todo su bien capaz de conocer sus errores y tratar de superarlos, planteando los ideales de dignidad, igualdad y respeto, concretados en los derechos humanos.
Y la he visto arrastrada por sí misma, en la figura de los oscuros hijos que ha alumbrado, dispuestos a terminar con sus gemelos opuestos.

El único consuelo me lo ha ofrecido la empresa de la grúa que lo traslada, se llama “da Vinci” y emplea como logo el hombre de Vitruvio. ¿quién dice que las humanidades no sirven para nada?