Con los años uno va perdiendo
seguridades en vez de alcanzarlas, parece mentira, pero sucede. Sin
embargo hay una excepción, la sospecha creciente de que el mal no es
sino un modo, o tal vez una consecuencia, de la estupidez.
Que engañado estaba el pobre don
Renato cuando proclamaba: “el buen sentido (le bon sens) es
la cosa mejor repartida del mundo.” La razón, en resumidas
cuentas, como don universal del ser humano.
Por desgracia, un refrán popular que
en otro tiempo me parecía un chiste, se me va presentando como una
verdad manifiesta: “cada día que amanece el número de tontos
crece.”
Mas no he de ser injusto, doy la razón
a don Renato en lo referido a la intuición, porque certezas como
esta se nos presentan en una captación inmediata, palmaria y
aplastante, alejando cualquier suerte de duda. Son pocas,
ciertamente, pero producen un picor de ojos que nos libra de
cualquier escepticismo gnoseológico, no así de otros.