¡Hay que ver cómo es el
día a día de la vida! Las urgencias nos van arrastrando como un río
desbordado, como un torrente cuando cae una tormenta de verano, y el
paseo se convierte en marcha vertiginosa, sin reparar en el camino
por el que íbamos, por el que nos gustaría ir.
Hemos de soltar lastre
para no ahogarnos y recordar que lo hemos soltado, o no podremos
luego recuperarlo cuando las aguas vuelven a su cauce.
No es de balde navegar
por este rio: ensucia, mella y deforma lo que somos por completo.
Desgasta, mas embellece, con esa hermosura nacida de la erosión, tan
propia de lo vivo.