Cuando el mercado y los bancos
inventaron la venta a plazos, el “compre hoy y páguelo
cómodamente mañana”, nació el vivir por encima de nuestras
posibilidades. Y nació como un éxito para el sistema de libre
mercado, tanto para compradores y vendedores como, sobre todo, para
bancos y financieros.
Con el paso del tiempo el sistema se ha
hecho dependiente de este vivir por encima de las posibilidades para
poder funcionar. ¿Qué sería de bancos y entidades financieras sin
los créditos solicitados por productores y consumidores?, ¿qué
sería del dinero mismo, puesto que no es sino deuda, crédito?
La misma integración social del
ciudadano exige que compre y lo haga mediante un sistema de crédito
para no resultar un bicho raro, un asocial. Hasta el punto de que
quien paga siempre al contado es claramente sospechoso.
El actual sistema económico de libre
mercado obliga a un consumo constante mediante crédito. Y nuestras
autoridades no sólo lo han tolerado, también lo han fomentado. ¿Qué
hubiera sido de la bonanza española entre el 96 y el 2006 sin una
economía basada en el ladrillo? Esta no hubiera sido posible sin el
endeudamiento para la adquisición de la primera vivienda y del
apartamento. Además de los muebles y el
cambio de coche al que los bancos animaban. Los intereses, fijados
por el Banco Central Europeo, estaban diciendo endeudate. ¿A quién
le negaba el banco una hipoteca a pagar en 30 años, o un préstamo
personal hasta diez años? Los medios de comunicación no paraban de anunciar créditos rápidos, con
una llamada telefónica y sin ningún tipo de aval.
Se trata de una necesidad estructural
del sistema económico y, en consecuencia, el ciudadano no es el culpable de vivir por encima de sus posibilidades, es la
víctima.
La única culpabilidad que se nos puede achacar es
el no rebelarnos contra las imposiciones de tan perversa estructura
económica y dejarnos manejar por promesas, ¡pero la publicidad es tan eficaz!
Por ello, es una burla más hacia el ciudadano, por parte de
nuestros políticos, gestores económicos y tertulianos apesebrados,
atreverse a decir que hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades.
2 comentarios:
Atrapados en esa tesitura, la única salida hubiera sido no caer como borregos en la trampa de la deuda, y haber vivido al margen ¿ puede esto pedírsele a un país educado en la idea católica de la familia y en la idea importada de un progreso con calidad de vida? Confío en que esta crisis cambie de una vez por todas la ceguera de todos, la del que engaña y la del que se deja engañar.
Un abrazo
Manuel
A la vista de lo que está sucediendo, la del que engaña no cambia sino a peor. La del engañado cambiará, pero de momento ...
Un abrazo.
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