El mar es fuego, sonido el uno y visión el otro, aunque ambos puedan escucharse y verse. Inconfundible a pesar de las irrepetibles diferencias con que se nos ofrece. Siempre cambiante y siempre el mismo.
Cerca de la orilla, en parajes apenas manchados por el ruido humano, abrazado por el fuego del sol cierro los ojos y desaparezco, para renacer más joven y más viejo a la vez.
Creo comprender a Heráclito, aunque el quisiera decir, ¿qué importa?, otra cosa.
Para las almas la muerte es convertirse en agua; para el agua la muerte es convertirse en tierra. Pero de la tierra proviene el agua, y del agua el alma.
6 comentarios:
Caminos sobre la mar
¿No será que el mar es el camino?
Sí, lo que hay son acercamientos. O maneras de presentarse eso que sólo advertimos, y sobre lo que proyectamos atributos como lo mismo, o lo cambiante. A veces, eso sí, renacemos, para volver a caer. Hermoso texto.
Sí, sí. Aquí me he quedado con los acercamientos.
Gracias
En definitiva: la poesía engloba todas las cosas. Principio y fin de la metáfora.
O tal vez la metáfora sea principio de todo, del concepto y de la poesía.
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