No
debemos justificar la interrupción de un acto público cultural
mediante voces y abucheos. Nos parece una acción poco elegante,
carente de civismo, falta de respeto hacia el público y el
conferenciante. Es, además, una acción mal calculada, puesto que
convierte en noticia estrella, al menos durante un par de días, lo
que no era sino un aburrido acto de autobombo, orquestado por un
grupo mediático afín al gobierno.
Habría,
no obstante, que ahondar y preguntarse porqué un grupo de ciudadanos
recurre a esta protesta.
Tal
vez el modo de proceder de nuestros políticos, y en concreto de
nuestro gobierno, lo esté fomentando al actuar con intolerancia,
demagogia y a veces brutalidad, ante las manifestaciones pacíficas.
Al hacer gala de prepotencia y total indisposición al diálogo. Al
hacer retroceder los medios de comunicación públicos al control del
gobierno de turno. En suma, un proceder poco ejemplarizante para una
joven democracia.
Tal
vez el enfado ciudadano sea muy grande, la presión que soporta
excesiva, el ejemplo que recibe negativo y, en consecuencia, la
respuesta sobrepase lo que se realizaría en otras condiciones.
Habría
también que preguntarse qué mueve a quien cobra como Ministro de
Educación a calificar de fascismo unos abucheos, un boicot incívico
pero verbal y pacífico.
Tal
vez por la presión o por la frustración al no poder transmitir lo
que debe ser un mensaje necesario. Tal vez empiece a no valer como
cargo público, porque hace poco declaró que: “Si uno no es capaz
de acostumbrarse a las protestas, no vale para un cargo público”
Tal vez tenga ya negociaciones con alguna empresa, siguiendo
Esperanzador ejemplo.
Él
tampoco ha sido capaz de actuar como su condición exige, y su
responsabilidad es mayor que la del ciudadano de a pie, no lo pasemos
por alto, dada su posición, la confianza otorgada por ser cargo
electo y la obligación ejemplarizante que ello implica.
No
pretendemos justificar conductas, sino acercarnos tanto a su
comprensión como a su explicación.
2 comentarios:
España es una sociedad instalada en una democracia de diseño, querido Miguel Ángel, no ha aprendido todavía a ponerse en duda. Mucho miedo y poca vergüenza, tanto en los políticos como en la gente, y sobre todo, y aquí está el problema desde mi punto de vista, poca tolerencia a la discusión amena y cargada de razones y argumentos. Fundamentales estas reflexiones, siempre, amigo.
un abrazo
No tengo claro, Manuel, que lleguemos a democracia de diseño. Estamos aún en el postfranquismo, y muchas maneras de nuestros políticos, especialmente los más conservadores pero no sólo, calcan las de los políticos de la dictadura.
Un abrazo y salud.
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