2 de diciembre de 2012

Arrepentimiento


Uno puede encontrar en la vida dos clases de arrepentimiento, el lamento por lo hecho y el dolor por lo no hecho. La mirada obsesiva hacia la mala acción como hacia la omisión, las emparenta por lo que tienen de fijación inútil, de petrificación del tiempo. Lo más fácil es recordar lo mal hecho y lo no hecho recociéndonos en nuestro propio jugo. Lo irreversible es una cualidad esencial del discurrir temporal, nos recordó Jankélévitch, pero también lo es la futurición. Por ello, lo más sabio es encarar las nuevas realidades por venir, convertir la nostalgia de las posibilidades desaparecidas en una nostalgia hacia adelante, es decir, en esperanza, en proyecto. Hoy más que nunca -parecemos presas del fatalismo- necesitamos este motor.

2 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Magistral, Miguel Ángel, y no añado nada más porque no hace falta ninguna. Muchas gracias por esta reflexión.
Un abrazo

M. A. Velasco León dijo...

Gracias a ti, maestro de nuestra lengua, por tus palabras.
Un abrazo