11 de diciembre de 2012

Historia de la Filosofía

Por invitación de soplo de conocimiento trato de explicar la necesidad de la Historia de la Filosofía en Bachillerato.

El bachillerato cierra el ciclo de los estudios secundarios capacitando para el adecuado progreso en estudios universitarios o profesionales superiores. Ha de contribuir al desarrollo pleno de las capacidades cognitivas de un alumno. Tal vez no sea casual que coincida el fin de este ciclo y el año de la mayoría de edad, es decir de la plena ciudadanía legal. Pero un ciudadano no puede enfrentarse responsablemente a la tarea de serlo sin un adecuado pensamiento abstracto. Como tampoco podrá enfrentarse de manera creativa a las diferentes teorías que explican y construyen nuestro mundo.
Entre las materias del Bachillerato la Filosofía en primero y la Historia de la Filosofía en segundo, son, sin lugar a dudas, las que más pueden contribuir al desarrollo del pensamiento abstracto. Y lo hacen aportando contenidos concretos, próximos a nuestra realidad, no de modo meramente formal, vacío de contenidos, como sucede con muchas otras materias.
Cercenar la Historia de la Filosofía es romper el ciclo que ambas componen y, en consecuencia, estorbar el crecimiento del pensamiento maduro.
Un alumno de bachillerato tiende a interpretar los contenidos de las asignaturas como verdades reveladas, que ha de aprender y perpetuar. En esta tesitura, se encuentra con las asignaturas de Filosofía que, humildemente, se atreven a levantar las sayas para ver qué hay debajo de nuestros conocimientos, y le plantea la humanidad de todos ellos, esa vieja medida de todas las cosas.
Al principio, la extrañeza y el desconcierto se adueñan de él, acostumbrado como estaba a lo indudable. Poco a poco, su inercia dogmática va cediendo, permitiendo un horizonte donde se constelan una serie de conceptos que afectan directamente a su vida y la sociedad en que se inscribe. Así, cuando llega la Historia de la Filosofía el alumno puede aproximarse a su propia historia, la del pensamiento occidental y en consecuencia, a su propia identidad. Porque estudiar Historia de la Filosofía es estudiarnos a nosotros mismos a lo largo del tiempo, acercándonos al proceso que nos ha llevado hasta el presente.
Tal vez por eso el ciclo de Filosofía en Bachillerato sea molesto para el poder, porque cuando uno desarrolla el razonamiento abstracto para comprender su situación y la de su entorno, puede tratar de cambiarla y eso no interesa demasiado. Serán preferibles asignaturas que no cuestionen los fines ni si estos nos interesan, es decir, que enseñen a hacer pero no rocen siquiera el porqué y para qué hacer. Puede que esto sea lo perseguido potenciando las llamadas materias instrumentales, especialmente las científicas. No interesan asignaturas que puedan hacer pensar en los fines de nuestra vida, de nuestra sociedad, de nuestros mismos estudios. No interesan asignaturas que estimulen la creatividad, porque invitarán a pensar alternativas al presente.
Suprimir la Historia de la Filosofía es una estratagema para suprimir la Filosofía por completo dentro del Bachillerato. Al romper la unidad del ciclo y reducir la asignatura de primero a una rara avis, sin sentido alguno y condenada a desaparecer. Y esto se produce, no lo olvidemos, dentro del contexto de supresión de las Humanidades, porque, precisamente estas, alejadas de lo meramente formal y próximas a la realidad cotidiana son demasiado peligrosas, puesto que contribuyen a construir ciudadanos capaces de enfrentar sus responsabilidades.

7 de diciembre de 2012

Imágenes morales


Pensar las cualidades morales sin acompañarlas de una imagen es bien difícil, al menor descuido les ponemos cara. Es lo que me está sucediendo últimamente con la mezcla de maldad bienintencionada (al servicio de altísimos fines) y estulticia.

Sin duda que hay asesores y un equipo de “expertos” (nombrados a dedo y cobrando jugosamente,¡la racionalización del gasto, es lo que tiene!), pero habría un exceso de caras y, en consecuencia, un anonimato. Por ello, es el jefe quien ilumina mi imaginación y mis pesadillas. Además, este hombre hace méritos cada vez que abre la boca, con ese aire que recuerda, incluso en el físico, la imagen del payaso malvado, El Joker.

Hace un mes ya nos declaró que “Si uno no es capaz de acostumbrarse a las protestas, no vale para un cargo público”, y esta mañana ha sido más explícito: "Soy como un toro bravo. Me crezco con el castigo”
Frases que revelan la sensibilidad dominante en nuestros cargos públicos, su convicción de poseer la verdad que ha de ser impuesta, digan lo que digan los ciudadanos. Directamente inspirada en el “ladran luego cabalgamos” de los políticos del final de la dictadura franquista.

Su mérito estelar, la LOMCE, requiere una lectura que no se despiste con la cuestión lingüística (una sucia treta para proporcionar enseñanza privada a costa del dinero público, a los hijos de simpatizantes y miembros de su partido) y vaya al fondo de este anteproyecto y sus previsibles consecuencias. Recomiendo leer la “exposición de motivos” entendida como un ejercicio del doblepensar planteado en 1984. Lo que dice perseguir es lo que aborrece y trata de destruir: la educación principal instrumento de movilidad social, que ayude a superar barreras económicas y sociales, es el instrumento del inmovilismo que mantenga a cada clase en su lugar. Sus lemas podrían ser:
la igualdad es la discriminación;
la autonomía es el sometimiento;
la racionalización es la imposición de lo irracional.


2 de diciembre de 2012

Arrepentimiento


Uno puede encontrar en la vida dos clases de arrepentimiento, el lamento por lo hecho y el dolor por lo no hecho. La mirada obsesiva hacia la mala acción como hacia la omisión, las emparenta por lo que tienen de fijación inútil, de petrificación del tiempo. Lo más fácil es recordar lo mal hecho y lo no hecho recociéndonos en nuestro propio jugo. Lo irreversible es una cualidad esencial del discurrir temporal, nos recordó Jankélévitch, pero también lo es la futurición. Por ello, lo más sabio es encarar las nuevas realidades por venir, convertir la nostalgia de las posibilidades desaparecidas en una nostalgia hacia adelante, es decir, en esperanza, en proyecto. Hoy más que nunca -parecemos presas del fatalismo- necesitamos este motor.